#NoOlvido Cinco de Abril
"Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema." - César Vallejo, Los Heraldos Negros.
La posibilidad de la disolución de este Congreso si se censurara un segundo gabinete, no hace más que reforzar la vigencia de lo que significó el 5 de abril de 1992. A diferencia de lo que podría suceder en el actual contexto, Fujimori disolvió el Congreso de manera inmotivada e inconstitucional, interviniendo además al Poder Judicial. Es por ello que ese día quien había sido elegido democráticamente como presidente se convirtió en un dictador.
La democracia peruana no solo es frágil por el corto tiempo (23 años) transcurrido desde su recuperación, sino porque durante una década se montaron una serie de lógicas y códigos que atraviesan las decisiones políticas desde el comportamiento electoral hasta la cotidianidad. Esta lógica y códigos responden a una forma de pensar (ideología) a la que muchos llamamos "neoliberal", pero que puede describirse como el individualismo a ultranza o el sálvese-quien-pueda, donde el pobre es culpable de su situación por no ser emprendedor, los derechos son entendidos como privilegios y solo la inversión privada transnacional -preferentemente extractivista- salvará al Perú.
Además, hemos desarrollado una pesimista resignación a vivir así, y a que el país solo es viable con un gobierno centrado en los indicadores económicos, inequitativamente homogeneizante y persistentemente autoritario, como un reflejo de lo que es hoy la convivencia en la capital. No está permitido soñar, menos hacer los sueños realidad, y a quien se atreva, se le petardea hasta convertir el sueño en pesadilla y así se destruyó la posibilidad de una Lima para tod@s y la gran transformación demandada por el pueblo.
Esta actitud fatalista se refleja en la capital con el voto por Castañeda y la resignación ante los constantes atropellos a los derechos y libertades de la ciudadanía, en la apatía frente a la crisis de gobernabilidad que supone la censura del gabinete, y en la pasividad con que consume diariamente la desinformación de los medios serviles al poder (no del gobierno), sino de quienes lucran a expensas del país, que sigue invisibilizado y silenciado por el centralismo de los intereses de unos pocos.
Este cinco de abril iniciemos una cruzada de memoria viva, por ese pasado que sigue vigente carcomiendo los sueños de equidad, progreso y bienestar. Una cruzada que despierte a cada peruano y peruana para despercudirnos del fatalismo y soñar nuevamente, para que el 2016 no repitamos un gobierno que nos pase por encima con autogolpes, esterilizaciones forzadas, recortes a los derechos laborales y ajusticiamientos, pero tampoco con baguazos ni frontón. Despertar del letargo para dejar de construir pisos al neoliberalismo y construir hogares con justicia, equidad, pan y felicidad.