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Esterilizaciones y la persistencia del desprecio

Publicado: 2015-07-14

“Mentirosa. No estás embarazada” le dijeron, y le ligaron las trompas contra su voluntad. A los días empezó a sangrar, le dieron unas pastillas en la posta y abortó. Este es uno de muchos testimonios de las víctimas de esterilización forzada que se produjo durante el gobierno de Fujimori, y que a más de 18 años siguen clamando justicia y reparación.

Son recurrentes también los testimonios que aluden a insultos racistas, machistas y misóginas, que no se producen una tras otra, sino condensadas, en un solo e inefable paquete. Una constante que lo ejemplifica es la comparación despectiva de la maternidad de las mujeres indígenas con animales, chanchos, cuyes, ratas, conejas… Las expresiones reflejadas no solo en los testimonios, sino en las actuales justificaciones de lo sucedido, dan la impresión que hay más consideración en las campañas de esterilización de perros callejeros de lo que hubo en el “Programa de Anticoncepción Quirúrgica Voluntaria”, que bien pudo prescindir de su última palabra.

La teoría de actitudes sostiene que estas median entre lo exterior y las reacciones de las personas, dadas a partir de la evaluación positiva o negativa que tienen de lo externo. La actitud no es un proceso evaluativo, sino su resultado, y desencadena una respuesta afectiva y conductual, es decir una acción que al tratarse de actitudes raciales y sexistas termina en un acto discriminatorio. Se sostiene que las actitudes se desarrollan en la infancia, ya que estas son aprendidas, y en ese aprendizaje debemos considerar no solo las experiencias personales, sino el aparato de la sociedad en su conjunto, que necesita del racismo, el machismo y la desigualdad de clases para mantener las actuales relaciones de poder. Por tanto, la sociedad como sistema se asegura que aprendamos estas actitudes, y por tanto avala los sentimientos negativos de asco, desprecio e indiferencia hacia mujeres, indígenas y pobres; y deja en la impunidad los actos discriminatorios.

Las expresiones de los testimonios serían impensables para un varón, o para una mujer de clase media, o para una mujer indígena. Este desprecio condensa prejuicios étnico-raciales, sexistas y de clase, y es parte de la vivencia de las mujeres indígenas por esta condición que no es sumativa, sino integral, o interseccional como señalan algunas teorías sociales. Las actitudes negativas que tenemos hacia quienes condensan la subalternidad, son también aprendidas, ya que para estas personas existen algunos adjetivos específicos como la animalización (y consecuente deshumanización) descrita. Ello a su vez permite la negación de derechos y de capacidad de decisión, puesto que no son mujeres, son "animalitos inconscientes".

El drama de las mujeres que fueron esterilizadas forzosamente, es decir, sin la debida información de las consecuencias, bajo presión o chantaje, por firma del marido o sin haber firmado el consentimiento informado, debiera merecer nuestra mayor solidaridad. Pero la empatía de muchas personas está bloqueada por sus prejuicios racistas, sexistas y de clase (además de cierto fanatismo característico en un importante sector del fujimorismo). Solo así se explican las reacciones en el Facebook de Diario 16 al hacer públicas imágenes que confirman lo que se viene denunciando hace casi 20 años:

captura de pantalla facebook diario 16

La persistencia de esta reacción en un importante sector de la sociedad peruana es una noticia casi tan mala como el re-confirmar este crimen de lesa humanidad. La continuidad en el desprecio, impidiendo la justicia y la reparación, más que mantener una herida abierta, es meter el dedo en ella, haciéndola más profunda, sin sentir remordimiento, diciéndose a sí mismos que es lo mejor.

La buena noticia es que las actitudes al ser aprendidas pueden ser desaprendidas. La mala noticia es que poco o nada estamos haciendo al respecto.


Escrito por

Candelaria Ríos Indacochea

Psicóloga social asada con el sistema


Publicado en

Working Class Heroin

Un intento de enteder lo absurdo del cotidiano macondo peruano